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lunes, 13 de diciembre de 2010

GRUPO B: EL FIN DE UNA ERA DORADA



Eran años desbocados los 80, tiempos en que el civismo no estaba tan de moda como ahora (depende para que cosas). En esos años en los que se vivía peligrosamente, los años de la movida, los de la heroína, los del bacalao, el rockabili, las reconversiones, el desempleo... etc. la gente acostumbraba a vivir las cosas con una despreocupación y pasión desmedida. Los estadios de fútbol aun eran jaulas que separaban al público del cesped con barrotes dignos de prisiones de alto riesgo, en el baloncesto no era raro que un partido acabase con batalla campal y varios detenidos y el automovilismo no era una escepción.
















LANCIA 037 GRUPO B

En 1982, a FIA (entonces FISA), decidió extinguir los grupos 4 y 5 del mundial de ralis para sustituirlos por los A y B, respectivamente. El Grupo A se refería a aquellos vehículos de los que se permitía una producción de calle de hasta 5.000 unidades. Estaban sujetos a un estricto reglamento y a un tope en el costo de producción específico que limitaba a su vez su modificación con respecto al modelo de serie, la finalidad era asegurar el mayor número de participantes posible, tanto en pilotos como en constructores. El otro grupo era el B, que tan solo establecía como requisito que los prototipos tuviesen una producción mínima de 200 unidades. No había límites en el peso ni en la potencia, lo que derivó en una escalada armamentística por construir bólidos cada vez más potentes. A ello había que añadir que, por aquel entonces, tan solo el innovador Audi Quattro se propulsaba con los dos ejes, todos los demás eran coches tracción trasera que en ocasiones superaban los 600 caballos de potencia. Opel Manta 400, Porsche 911 SC RS, Citroën BX 4TC, Lancia 037 Turbo..., auténticas máquinas de correr... y por desgracia de matar.
Los valientes que se atrevían a pilotar estas máquinas, estaban sujetos a esfuerzos físicos y psicológicos sobrehumanos. En un tiempo en que no había electrónica, ni cambio secuencial en el volante, ni ayudas a la conducción, donde los pilotos manejaban solo con su pericia estos prototipos, cambiando de marcha manualmente y con embrague, sin las pioneras medidas de seguridad y los modernos chasis de ahora, cada error, por milimétrico que fuese, podía costar la vida.
Corría el año 1986 y la joven promesa del automovilismo finlandés (cantera inagotable del motor), Henri Toivonen, llegaba al Tour de Corse (Rali de Córcega) como líder del mundial de ralis del Grupo B. Este piloto destacaba por su agresividad y rapidez, siempre al límite de lo humanamente posible, su vertiginosa carrera lo había catapultado a la vanguardia del Grupo B con su fichaje por el equipo Martini-Lancia (otra característica de los 80: bebidas alcohólicas patrocinando un equipo de carreras). El joven piloto nórdico, a los mandos del Delta S4 sabía que podía proclamarse campeón y arrebatarle el título a su compatriota, Timo Salonen, que pilotaba el mítico Peugeot T16 Evo II, desarrollado a partir el chásis del 205. Todavía estaba reciente el accidente del Rali de Portugal, donde 31 personas habían resultado heridas después de que Joaquim Santos, héroe local, perdiese el control de su Ford RS2000 intentando esquivar al público que invadía el tramo de forma sistemática. Toivonen lideraba la carrera desde el primer tramo, todo parecía indicar que el aspirante destronaría al maestro para alzarse con el título, hasta que la euforia devino en tragedia: la radio del hospitality del equipo Lancia-Martini comenzó a recibir mensajes confusos y desconcertantes en la etapa 18: "¡Falta Henri, falta Henri! ¿Por qué no ha salido aun?", avisaban los comisaros de tramo. "¿Como que falta Henri? ¡Henri ya está en tramo!", replicó el equipo. "No ha pasado, no ha pasado, falta Henri". Las dudas comenzaron a dispersarse de la forma menos deseada cuando los comisarios divisaron humo en una curva sin protección en el kilómetro 7. "¡Hay un coche ardiendo en el barranco, es Henri, es Henri, manden a los sanitarios urgentemente!". En Lancia no podían creer lo que estaba sucediendo, su promesa y líder del mundial se había salido en un tramo sinuoso que discurría por los desfiladeros de la isla francesa, la alerta de humo indicaba que el coche se había incendiado, pero nada se sabía de los pilotos. La etapa fue detenida y, poco a poco, las caras de los pilotos que iban llegando a la meta lo decían todo. Juha Kankkunen, con lágrimas en los ojos y rostro desencajado narraba como había visto a la grúa izar el chasis calcinado del Lancia Delta de Toivonen de entre los árboles: "Era solo un amasijo de hierros carbonizados, solo quedaba la estructura". Efectivamente, el bólido del finés se había salido en un tramo virado sin protección, estrellándose contra los árboles y reventando el depósito de gasolina. El combustible derramado se incendió y, en cuestión de minutos ya nada quedaba entre la estructura del maltrecho Lancia Delta, tan solo hierros y huesos. La falta de testigos oculares impidió determinar las causas del siniestro, alimentando las especulaciones de los teóricos de la conspiración que apuntaban a un sabotaje. La FISA, atosigada por la opinión pública después de dos accidentes en el mismo año, se vió obligada irremediablemente a zanjar la cuestión eliminando el Grupo B de la competición, algo que se materializaría en 1987 con la creación de la categoría "S", que limitaba la potencia de los propulsores a 300 caballos, y que a su vez desaparecería en los 90 con la creación de la categoría única WRC.

















ASPECTO DEL COCHE DE HENRI TOIVONEN Y SERGIO CRESTO TRAS SER RESCATADO DEL BARRANCO


Pese a ello fueron muchos los aficionados que durante años siguieron pidiendo el retorno del Grupo B a la competición. A juício de muchos apasionados del mundo de los ralis, nunca antes ni después ha existido una categoría capaz de levantar tanta pasión y de congregar a tantos fieles en las cunetas de los tramos de todo el mundo. La espectacularidad de estos automóviles y la pericia de sus pilotos son, aun hoy, los argumentos de aquellos que, tras más de 10 años de ausencia, siguen considerando al Grupo B como la era dorada en la historia de los ralis y culpan a la FIA del progresivo declive de esta modalidad de automovilismo, que es la que más aficionados mueve en el mundo.

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