Dos de las principales firmas galas de automóvil, Citroën y Renault, acaban reciéntemente de renovar sus baluartes en el segmento C (berlinas). Se trata de los nuevos Renault Megane y Citroën C4 (en la imagen los nuevos modelos a la izquierda en sustitución de los viejos, derecha).
Los nuevos modelos señalan un punto de inflexión en la tendencia francesa en cuanto a diseño de automóviles se refiere. Si hace unos años ambas marcas sorprendían al mundo del motor con atrevidos diseños de trazos poligonales, rectos y traseras agresivamente rompedoras, ahora parece que las aguas vuelven a su cauce. Tanto la marca del diamante como la de la punta de flecha han decidido apostar por líneas redondeadas y suaves en sus nuevos modelos. Tanto el Megane como el C4, se presentan en sociedad como coches que apuestan por la amplitud interior y unas plazas traseras más altas, en parte gracias a la renuncia a aquellas formas planas y tangenciales de sus predecesores. Además, se vuelve a intuir una vuelta a los adornos, ribetes cromados y demás parafernalia a la que ambas marcas habían renunciado en su etapa anteiror. Los nuevos modelos franceses del segmento C apuntan claramente hacia una vuelta a la elegancia y la curva suave, en detrimento de las aristas y la sofisticación futurista. Como si de una coincidencia se tratase, la actual época de crisis que sucede a una primera década del s.XXI cargada de bonanza económica, vuelve a una especie de barroco automovilístco que sustituye a aquel renacimiento francés que rompió el mercado hace 4 o 5 años con atrevidos planteamientos en diseño. Parece que el público pide cierta vuelta a la mesura y la madurez en las formas pero sin renunciar a unas pinceladas de elegancia, lejos de la deportividad y sencillez de los últimos años. Veremos la aceptación que tienen los nuevos plateamientos y si marcan un giro en las tendencias en el mundo del motor.
Los nuevos modelos señalan un punto de inflexión en la tendencia francesa en cuanto a diseño de automóviles se refiere. Si hace unos años ambas marcas sorprendían al mundo del motor con atrevidos diseños de trazos poligonales, rectos y traseras agresivamente rompedoras, ahora parece que las aguas vuelven a su cauce. Tanto la marca del diamante como la de la punta de flecha han decidido apostar por líneas redondeadas y suaves en sus nuevos modelos. Tanto el Megane como el C4, se presentan en sociedad como coches que apuestan por la amplitud interior y unas plazas traseras más altas, en parte gracias a la renuncia a aquellas formas planas y tangenciales de sus predecesores. Además, se vuelve a intuir una vuelta a los adornos, ribetes cromados y demás parafernalia a la que ambas marcas habían renunciado en su etapa anteiror. Los nuevos modelos franceses del segmento C apuntan claramente hacia una vuelta a la elegancia y la curva suave, en detrimento de las aristas y la sofisticación futurista. Como si de una coincidencia se tratase, la actual época de crisis que sucede a una primera década del s.XXI cargada de bonanza económica, vuelve a una especie de barroco automovilístco que sustituye a aquel renacimiento francés que rompió el mercado hace 4 o 5 años con atrevidos planteamientos en diseño. Parece que el público pide cierta vuelta a la mesura y la madurez en las formas pero sin renunciar a unas pinceladas de elegancia, lejos de la deportividad y sencillez de los últimos años. Veremos la aceptación que tienen los nuevos plateamientos y si marcan un giro en las tendencias en el mundo del motor.
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